Los zapatos volaron nada más entrar en casa.
Tic, tac, un suspiro,
encoge los hombros
y el bolso vuela hasta encima del sofá,
tic, tac, se seca las lágrimas de los ojos.
Abre la nevera y saca una botella de Rioja.
La sangre de la uva se derrama en la copa
y con leves movimientos de mano oscila
entre los límites del cristal que no refleja vida.
Coge su Iphone,
conecta el altavoz bluetooth
y deja que suene música predeterminada,
es incapaz de escoger algo.
Tic, tac, se gira y ve la fregona,
le da un sorbo a la copa y cierra los ojos,
tic, tac, enloquece,
se pone a cantar olvidando todos sus lamentos.