I
Papel sepia olvidado,
el que me devuelve tu nombre,
susurrado entre almendros
con el tono del miedo,
debe de ser pecado.
II
Trozos de cristal,
los que marcan mi camino,
que reflejan tu silueta
en carboncillo,
semi-desnuda.
III
Manos temblorosas sintiéndote,
recorriendo tus poros,
los que me rozan
llenándome de luz,
sensata.
IV
Gritos salvajes, auténticos,
los que señalan el recorrido,
de tu sexo y el mio,
amanezco en tu dormitorio.